La piel del camaleón

La robótica y los drásticos cambios laborales

La cuarta revolución industrial o Industria 4.0 como se denomina a la robótica y la inteligencia artificial, empieza a provocar drásticos cambios en materia laboral. El ejemplo más acabado es la “gig economy” o la economía de los pequeños encargos que, han advertido sindicatos españoles, amenaza con ‘uberizar’ el empleo sin las prestaciones mínimas y de seguridad social que contempla la ley.

Contrario a lo que pudiera pensarse, lo anterior no es consecuencia de haber fumado yerbita vaciladora: es una realidad que toca ya a nuestra puerta y que, lamentablemente, en el caso de la gran mayoría de los trabajadores mexicanos y sus organizaciones sindicales, parecen no haber dimensionado.

Una información publicada por el diario español El Mundo el pasado 6 de mayo, plantea una tesis de suyo interesante: en los próximos años no se desempeñará sólo una profesión, sino que será necesario que los trabajadores se reinventen constantemente si no quieren quedarse en el camino, por lo que la formación o actualización continua será esencial para no quedar obsoletos y tener disposición a la flexibilidad y capacidad de adaptación.

Será necesario adquirir nuevas capacidades cada pocos años, y desarrollar habilidades interpersonales como la gestión de riesgos, el liderazgo y la inteligencia emocional, cita un informe de la Workforce of the future: the competing forces shaping 2030 elaborado por PwC y el Said Business School (Oxford).

Se asistirá entonces a un aumento sustantivo en los freelance o colaboradores, trabajadores sin una relación formal como ahora la conocemos, sino que realizarán proyectos específicos a cambio de un pago determinado. Un estudio de la red social LinkedIn, en Estados Unidos ese grupo representaba en 1989 apenas del 6 por ciento de la mano de obra, y el pronóstico es que en 2020 se ubique en 43 por ciento.

En España -con secuelas aún de la más severa crisis económica- en la actualidad se observa ya un aumento en el número de trabajadores autónomos, especialmente entre profesionistas ultraespecializados con edades avanzadas a los que se les dificulta reengancharse al mercado laboral y por partir de salarios más altos y pese a una dilatada experiencia; y para los desempleados que han encontrado en las plataformas digitales una alternativa, cita el rotativo.

Y plantea una tesis que vale la pena conocer: “con la sustitución por robots de los trabajadores dedicados a tareas más rutinarias, se incrementa el valor de los profesionales más resolutivos, creativos y con mayores capacidades de liderazgo. Aquellos con gran capacidad para aprender, curiosos, flexibles, versátiles y, por supuesto, con un dominio del entorno digital”.

La “gig economy” o la economía de los pequeños encargos, han advertido los sindicatos, puede provocar la ‘uberización’ del empleo, en la que los trabajadores carezcan incluso de los salarios y prestaciones laborales mínimas previstas por la ley. Esto es, un escenario más allá del outsourcing, esa figura legalizada apenas a finales de 2012 y que ha precarizado severamente los ingresos y las prestaciones en nuestro país.

Un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), de la que México forma parte, calcula una pérdida de 66 millones de empleos en sólo diez años en sus países miembros.

Según el Massachusetts Institute of Technology, un solo robot sustituye en promedio a seis trabajadores y causa una baja del 25 por ciento de los salarios. Pronostica que en 2025 habrá unos 6 millones de esas máquinas, lo que ha llevado al Banco Mundial a calcular que el 60 por ciento de los puestos laborales resultarán afectados de alguna manera, lo que incidirá en el crecimiento del desempleo, mientras el World Economic Forum (WEF) considera que de 2015 a 2020 serán destruidos unos 7 millones de empleos.

En ese escenario, en la inteligencia artificial entran desde drones, automóviles autónomos, robots asistenciales -las perspectivas es que en un futuro no muy lejano las personas de la tercera edad tendrán un robot que se haga cargo de sus necesidades elementales-.

Un destino que más temprano que tarde nos alcanzará y que nos exige empezar a prepararnos desde ahora.

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