En pie de lucha

El factor Mikel Arriola

Cuando el PRI analizaba a quién mandar como candidato a Jefe de Gobierno para hacer desde ahí la chamba en favor del aspirante presidencial tricolor, José Antonio Meade, todos pensaban en que llegaría un pez gordo.

Se hablaba de Aurelio Nuño, Enrique de la Madrid y hasta del doctor José Narro Robles, secretario de Salud que se había quedado en la carrera presidencial y que por haber sido rector de la UNAM podría caer bien en el electorado de la capital.

El tiempo pasaba y los jerarcas del PRI no decidían a quién enviar al sacrificio, pues llegar como candidato tricolor a la CDMX era un pasaporte al matadero. Nadie veía ni de lejos la mínima posibilidad de hacer siquiera un papel decoroso.

La candidatura era tan despreciada por los peces gordos que incluso se empezó a explorar entre las figuras locales, sobre todo quienes tenían territorio, y se pensó en el diputado Adrián Ruvalcaba o el delegado en Magdalena Contreras, Fernando Mercado.

En esas estaban cuando el candidato Meade sugirió que la candidatura fuera para Mikel Arriola, entonces director general del Instituto Mexicano del Seguro Social, donde por cierto había hecho un gran papel.

Los cuadros locales se rebelaron, pues significaba para ellos una ofensa que un chamaquito sin militancia ni arraigo en el partido pudiera ser designado su candidato a Jefe de Gobierno de la capital del país.

Patalearon, sí, pero al final terminaron por apechugar la decisión tomada por sus mayores y lo dejaron pasar, pensando que su papel sería solamente testimonial, pues no le veían la menor posibilidad de ganar votos.

Los grupos locales decidieron concentrarse entonces en el reparto de candidaturas a diputaciones locales y federales por la CDMX, y a poner a sus cuadros en las delegaciones donde creían tener algún chance de ganar.

Las cosas se acomodaron y dejaron que el pelotari asumiera como candidato del PRI en la capital de la República. Total, las candidaturas presidencial y local estaban en manos de dos externos, ambos egresados del ITAM, por lo que los consideraban tecnócratas.

Como primera medida se decidió que el ex gobernador mexiquense Eruviel Ávila, que acababa de relevar de la presidencia local del partido a la diputada Mariana Moguel, dejara su lugar al hidalguense Francisco Olvera, que nada conocía del partido en la capital.

Todo mundo esperaba que eso fuera el acabose del joven Mikel, a quien consideraban listo, desde luego, pero muy verde en la política.

El ex director del IMSS hizo caso omiso de las críticas, sobre todo internas, y puso manos a la obra para hacer la chamba que le habían encargado: tratar de ganar en la CDMX la mayor cantidad de votos para la campaña presidencial de Meade.

Necesitaba garantizar al menos un millón 200 mil votos; lo demás sería ganancia, si se obtenían más.

El abanderado tricolor trazo su estrategia y puso la mira en Alejandra Barrales, candidata de Por la Ciudad del Frente, quien arrancaba en segundo lugar y tenía algunas áreas vulnerables como sus propiedades en zonas de lujo de la CDMX, Acapulco y Miami.

Inició su ataque y se convirtió en una verdadera piedra en el zapato. Al principio no lo tomaron en cuenta, al grado de que la propia Barrales lo bautizó como el Fantasías Mikel, con lo que pensó que se lo iba a quitar.

Pero el priísta no se amilanó y arreció sus ataques contra el Frente, explotando otra grieta de los frentistas, que era la incongruencia entre sus filosofías políticas, que obviamente chocaban frontalmente por ser de izquierda y de derecha, respectivamente.

En un evento en el Teatro Metropolitan, donde los priístas lo ungirían oficialmente como su candidato en la capital, Arriola se lanzó contra las bodas gay, el aborto y la adopción de parejas del mismo sexo, con lo que se corrió hasta la ultraderecha.

La mayoría pensó que con sus críticas a las leyes liberales de la CDMX se estaba echando la soga al cuello, pues el electorado lo iba a linchar, empezando por los propios priístas capitalinos.

Pero con sus posturas de ultraderecha, que nada bien caen en los habitantes de izquierda de esta capital, ganó la simpatía de los conservadores, que si bien no son mayoría, sí votan y suman buena ronchita.

Incluso algunos priístas capitalinos se ofendieron porque, antes que el PRD, los tricolores habían propuesto en las legislaturas de 2000 y de 2006 en la ALDF la legalización del aborto en caso de embarazos no deseados.

También habían propuesto la eutanasia y la castración química a los violadores, iniciativas que fueron consideradas “muy de avanzada” para entonces y que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador vetó, por supuesto.

Por eso llamó la atención que Mikel se pronunciara en contra de esas leyes, pues se vio más papista que el Papa. En su momento todos los consideraron un grave error en esta ciudad de libertades.

Pero el priísta no se echó para atrás, sobre todo porque nada tenía que perder, pues todo mundo pensaba que su participación en el proceso electoral sería meramente anecdótica, ya que no tenía el menor chance de ganar.

Y sigue sin posibilidades de obtener el triunfo, pero sí se ha convertido en un factor de decisión en la contienda, sobre todo porque muchos panistas tradicionales, que no vieron bien la alianza con el PRD, voltean a verlo.

Los azules del ala dura no se sienten representados por Alejandra Barrales y tampoco por Claudia Sheinbaum, por lo que ven como opción a Arriola, porque es con el que más conectan.

A quien más afecta el activismo del priísta es a la coalición frentista, pero solamente por lo que toca a la lucha por la Jefatura de Gobierno, pues en las alcaldías mantendrán su voto azul.

Claro que las encuestas que ubican a Mikel por encima de Barrales son un chiste, pero eso no significa que no haya crecido y que al final entregue mejores cuentas de las que su propio partido esperaba de él, a quien veían como un candidato testimonial.

Aunque es obvio que no ha alcanzado a Alejandra, el priísta ya cuenta y se convirtió en un factor que jugará un papel importante en las elecciones del próximo uno de julio.

De ser el Fantasías Mikel, el ex director del IMSS pasó a ser un jugador importante en el tablero; tanto que si en estos momentos él decidiera dar su apoyo al Frente, por ejemplo, les estaría dando el triunfo.

Claro que eso no va a ocurrir, al menos mientras Meade siga siendo candidato presidencial del PRI y no le ordenen otra cosa, pero mientras tanto Arriola ha sido toda una revelación, lo cual es bueno porque viene a refrescar el ambiente político.

Es obvio que si su candidato presidencial hace el milagro y crece, Mikel le asegurará los votos necesarios de la CDMX para hacerlo competitivo en el país, a la vez de ser un contenedor del voto de Morena.

Y si el PRI conservara la Presidencia de la República, algo que hasta el momento luce imposible, el candidato capitalino estaría asegurando un lugar preponderante en el próximo gabinete.

Pero por lo pronto dejó de ser El Fantasías, para ser considerad el candidato del PRI.

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