Investigaciones especiales

Lucha de los trabajadores, antecedente del movimiento estudiantil del 68

Los dos movimientos tuvieron una gran influencia entre sí, lo que llevó a manifestaciones para acabar con la represión priista de esos años

Corría el segundo semestre de 1968 y el movimiento estudiantil estaba en plena efervescencia: marchas, cierres de escuelas, asambleas y la búsqueda de un acuerdo que ya no implicara la violencia por parte del Estado.

Los estudiantes de las distintas universidades del país buscaban un cambio ante la represión de los gobiernos priistas que venía ocurriendo desde la década anterior y que acabó con los movimientos sindicales que ocurrieron en los 50.

De hecho, la lucha de los telegrafistas, los médicos, el de los maestros y los ferrocarriles fue el antecedente de la movilización de los jóvenes mexicanos, explica José Jesús Bautista, académico de temas laborales y sindicales.

 “Antes del 68 había una efervescencia en los sindicatos, que luchaban en contra de los charros y exigían un sindicalismo independiente. Ya había una inconformidad, había organizaciones y liderazgos que se oponían a los cacicazgos, al corporativismo y los vicios de los líderes”, explica el especialista a RS.

Si bien el país vivía años de bonanza económica y un incremento de salario de los trabajadores, dentro de los sindicatos se vivía un malestar constante ante el servilismo de los líderes con el gobierno federal. Además, había constantes quejas por la violación a los contratos colectivos de los trabajadores.

Desde los primeros años de la década de los 50, los trabajadores se manifestaron en contra de la caída de los movimientos huelguistas. El texto Los ciclos del movimiento obrero mexicano en el siglo XX señala que con la aparición del charrismo sindical desaparecieron las huelgas de los trabajadores como una forma de oponerse a las condiciones laborales.

Fue justo en 1957 cuando los movimientos tomaron fuerza. Primero con los telegrafistas, quienes en febrero de ese año comenzaron a reducir su carga de trabajo en protesta por la negativa del gobierno a un aumento salarial. En respuesta, la administración de Adolfo Ruiz Cortines despidió a 27 dirigentes, lo que terminó en un paro de labores de siete mil trabajadores.

Ese mismo año, los profesores de todo el país luchaban por un mejor salario y en contra de la burocracia sindical.  Así nació el Movimiento Revolucionario Magisterial (MRM), que tuvo además el apoyo de los normalistas.

Sin embargo, el movimiento más significativo fue el de los ferrocarrileros, quienes participaron en las huelgas más grandes y significativas de esos años. Los trabajadores demandaban un aumento salarial de 350 pesos, cantidad que los líderes fueron negociando con el gobierno hasta dejarla en 200 pesos.

El malestar llevó a los trabajadores a parar actividades para exigir el aumento salarial, la expulsión de los líderes burócratas y la elección democrática de sus líderes, que concluyó con la llegada de Demetrio Vallejo a la dirigencia del sindicato ferrocarrilero.

El triunfo de este sindicato demostró a otros grupos obreros que sí existían maneras de presionar al gobierno para conquistar sus demandas. En los siguientes años los telefonistas hicieron paros escalonados, los ferrocarriles emplazaron a huelga para exigir la reivindicación de sus derechos, los petroleros cambiaron a sus dirigentes, y el MRM peleó al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) la dirigencia de la sección 9 en la Ciudad de México.

Ante las movilizaciones de los trabajadores y la presión de las empresas, el gobierno comenzó la represión: en 1958 el gobierno mandó a los militares a detener a los ferrocarrileros que participaban en las asambleas.

Días después, el mismo gobierno prometió liberar a los detenidos si los trabajadores regresaban a sus labores. El secretario de organización, Gilberto Rojo Gómez aceptó la propuesta, pero una vez que la huelga se disolvió, todos fueron detenidos.

En esos años se registraron dos 358 huelgas, que luchaban en contra de las direcciones sindicales priistas y la reivindicación de sus derechos laborales.

En estas movilizaciones obreras, los estudiantes participaron activamente apoyando las causas de los trabajadores. Sin embargo, la represión del gobierno fue disolviendo poco a poco las manifestaciones.

“Cambió mucho por la acción represiva del Estado. El movimiento de los ferrocarrileros fue apagado por la intervención de la fuerza pública y la encarcelación de los líderes como Vallejo obedeció a una decisión del Estado.

“El cambio de la efervescencia que venía de los 50 y 60 se debió a las acciones del gobierno, que desarticularon la insurgencia sindical, pese a que los movimientos sindicales fueron a nivel nacional”, explica Bautista.

Esta fue una de las razones por la que los sindicatos no participaron formalmente en el movimiento estudiantil, pues no hubo una articulación plena entre estos grupos, sino una participación relativa entre los trabajadores, los sindicatos y los estudiantes.

“Fue una relación informal, una vinculación de activistas estudiantiles que buscaron la relación con trabajadores o sindicatos obreros. Hubo una participación obrera, pero fue individual”, dice el investigador.

Sin embargo, la matanza de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco el 2 de octubre de 1968 volvió a agitar al movimiento obrero, pues se corroboró una vez que el gobierno solo tenía la intención de desmovilizar a la sociedad y desarmar a cualquier grupo que manifestara su descontento con los gobiernos priistas.

“Después del 68 sí hubo repercusión entre los trabajadores para generar la conciencia de independencia, para construir un sindicalismo independiente de las prácticas corporativas y diferente también a los sindicatos charros que dominaban la escena”, explica el también consultor en temas políticos.

A partir de los 70, los sindicatos volvieron a movilizarse en busca de volverse independientes de los líderes charros que seguían dominando las dirigencias. Los sindicatos universitarios fueron los más activos estos años. Pero para los 80, todo volvió a una inercia de la que los trabajadores no han podido salir.

Las manifestaciones no han resurgido por la imposición económica y un modelo basado en la ideología liberal y la política laboral restrictiva, que anula derechos y dirigencias a modo, señala Bautista.

El especialista señala también que el movimiento obrero tampoco se ha caracterizado por mantener una lucha por la defensa de sus derechos.

“Eso ha sido una característica, que no tienen una conciencia muy clara de del desarrollo del capitalismo y su rol en la vida política para la emancipación de los obreros”, puntualiza el investigador.

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